viernes, 9 de noviembre de 2012

La Pena de Muerte ¿Verdadera Justicia o Acto Cruel?


     La pena de muerte es, sin duda, un tema controversial.  Cada vez que ocurren crímenes horrendos, violaciones o asesinatos de niños surge el debate en Chile sobre si debería o no volver a aplicarse la pena capital.  Cada persona tiene su argumento para estar a favor o en contra de ella.  Los que están a favor dicen que son los delincuentes los que están aplicando la pena de muerte en las calles asesinando y robando a personas de trabajo, amparados por la justicia chilena que no los castiga de acuerdo a sus crímenes.   En cambio,  los que están en contra argumentan que “nadie tiene derecho a quitarle la vida a otra persona”,  que su aplicación no cura las heridas de las víctimas y no soluciona nada, que si se reinstaurara en Chile significaría un retroceso en la cultura, en la humanización y en el desarrollo de la sociedad y que, además,  es ineficaz para frenar la delincuencia.

     En Chile y bajo el gobierno de Ricardo Lagos, la pena de muerte fue sustituida por presidio perpetuo calificado, en el 2001.  En la justicia militar se mantiene su vigencia solo para delitos que se cometan en tiempos de guerra.  Una encuesta hecha en el 2009, por en Centro de Encuestas La Tercera, reveló que el 63 % de los encuestados estaba a favor de aplicarla en casos de extrema crueldad.  Todos sabemos que las encuestas no son del todo confiables, sin embargo la realidad que nos rodea, las noticias y la inseguridad en las calles son pruebas suficientes para saber que la delincuencia ha aumentado en forma impresionante en nuestro país.  Todos hemos visto por televisión, como los delincuentes son dejados en libertad por los jueces,  los violadores y pedófilos con suerte están tres años presos y los que cometen crímenes atroces reciben penas mínimas en proporción al daño que produjeron en las víctimas y sus familias.  Las encuestas pierden valor cuando una verdad es tan evidente.

     Considerando que cada persona tiene su propia opinión, una crianza diferente y un sentido de la justicia generalmente equivocado, lo más sensato es considerar la opinión de alguien que esté por encima de todos nosotros, con una moral y un sentido de justicia perfecto e incuestionable.  Si usted es cristiano o creyente en Dios:  ¿no sería lógico conocer qué dice el Creador sobre el tema?  ¿Estará Dios de acuerdo en que un Estado aplique la pena de muerte?  ¿Nos enseña la Biblia sobre la pena capital?  Algunos creyentes dirán que es imposible que Dios esté de acuerdo porque él es amor y además, estableció el mandamiento que dice:  “No matarás”.  No obstante,  le invitamos a leer este volante y comprobar  las citas bíblicas sobre el tema.

     Primero que todo, es conveniente citar las definiciones de la palabra justicia.  Según el diccionario RAE: dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece //Aquello que debe hacerse según derecho o razón //  pena o castigo público  //  Atributo de Dios que castiga o premia según merece cada uno. Teniendo en cuenta las definiciones de la palabra justicia, iniciaremos este paseo por la palabra de Dios.  Lo primero es establecer que Dios es justo (Deuteronomio 32:4/ 2 Crónicas 12:6/ Esdras 6:5/  Salmo 7:9/ Salmo 11:7, etc.)  Citaremos la descripción de Dios, que nos entrega David en el Salmo 119:137, que dice: “Justo eres tú, oh Jehová, y rectos son tus juicios”  Por lo tanto, Dios es justo y juzga rectamente.  Dios le da a cada quien lo que le corresponde.

     Es importante recalcar que antes de que Dios entregara los diez mandamientos y las leyes para el pueblo de Israel, envió el diluvio para destruir a la humanidad y la causa fue que Dios  “vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5)   Dios aplicó la pena de muerte sobre todo el mundo, exceptuando a Noe y su familia.  Mas de alguno pensará: “bueno, está bien,  solo Dios tiene derecho a quitar la vida”.  Sin embargo, fue precisamente después del diluvio cuando el Señor estableció como debe pagar el que asesina a otro: “El que derramare sangre del hombre, por el hombre su sangre será derramada;  porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:6), es decir,  el que asesina a otro merece y debe morir.  De esta forma, Dios delegó a la humanidad la responsabilidad de administrar justicia y de aplicar la pena de muerte  cuando fuese necesario.

     Y esto es precisamente lo que ocurrió dentro del pueblo de Israel, en el cual Dios estableció la pena de muerte para las siguientes conductas que él consideraba DELITOS:

1. ASESINATO:  Números 35: 16-21; 30-33.  Deuteronomio 17:6.  Levítico 24:17.

Citaremos un pasaje: “y si con instrumento de hierro lo hiriere y muriere, homicida es;  el homicida morirá: y si con piedra de mano, de que pueda morir, lo hiriere y muriere, homicida es;  el homicida morirá y si con instrumento de palo de mano, de que pueda morir, lo hiriere y muriere, homicida es;  el homicida morirá.  El pariente del muerto, él matará al homicida:  cuando lo encontrare él le matará.  Y si por odio lo empujó, o echó sobre él alguna cosa por asechanzas, y muere;  o por enemistad lo hirió con su mano , y murió, el heridor morirá;  es homicida;  el pariente del muerto matará al homicida, cuando lo encontrare. (Números 35: 16-21)  Fíjese la forma en que Dios impartía justicia dentro de su pueblo Israel, estableciendo en estos casos que el pariente del muerto, era quien debía matar al asesino.

2. VIOLACIÓN:  Deuteronomio 22:25-27.  Más si el hombre halló una moza desposada en el campo, y él la agarrare (o forzare), y se echare con
ella,  morirá sólo el hombre que con ella se habrá echado;   y a la moza no harás nada; no tiene la moza culpa de muerte:  porque como cuando alguno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es esto:  porque él la halló en el campo:  dio voces la moza desposada, y no hubo quien la defendiera.

Dios considera la violación de la misma gravedad que el asesinato y esta ley condenaba al violador a la pena de muerte.  Y si Dios consideraba la violación de una mujer tan grave como un homicidio y la sentencia era la muerte.  ¿Qué merecerá entonces, delante de Dios, el que viola a niños inocentes?

3. SECUESTRO:  Éxodo 21:16 y Deuteronomio 24:7.  “Asimismo el que robare a una persona y la vendiere, o se hallare en sus manos, morirá”


4.  FALSO TESTIMONIO EN UN CASO EN QUE EL CASTIGO HUBIERA SIDO LA PENA DE MUERTE PARA EL ACUSADO.  Deuteronomio 19:16-20

     Dios también estableció, dentro de su pueblo Israel, la pena de muerte por pecados religiosos, como por ejemplo: ofrecer sacrificios humanos (Levítico 20: 2-5), adorar otros dioses falsos y sacrificarles (Éxodo 22:20), por rehusar a vivir de acuerdo a la ley de Dios y oponerse a los sacerdotes o jueces (Deuteronomio 17:12), por practicar el ocultismo (Levítico 20:27), etc.  Además Dios ordenó la pena de muerte para los que hirieran o maldijeran a su padre o a su madre (Éxodo 21:15 y 17), para los hijos rebeldes a sus padres (Deuteronomio 21:18-21),  para los adúlteros (Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:20), para los que practicaban la sodomía (conocida hoy como homosexualidad) Levítico 20:13, entre otros.

     Con todos estos pasajes bíblicos nos queda bastante claro que Dios estableció la pena de muerte.  Muchos se preguntarán entonces ¿Qué pasa con el mandamiento que dice “no matarás”?  ¿Se estará contradiciendo el Señor?

La palabra hebrea usada en Éxodo 20:13  “rasah” tiene por significado LA MUERTE DEL INOCENTE.  Es decir,  matar haciéndolo con intención  y hasta con alevosía.  En otras palabras, este mandamiento dice literalmente “No asesinarás”.  Cabe destacar que la misma ley del Antiguo Testamento no culpaba a aquellos que cometían homicidios accidentales o sin intención.  Compruébelo en Levítico 21:1-2 y en Números 35:22 -28.  Por lo tanto, la pena de muerte que aplica un Estado, no se contradice con el mandamiento “No matarás”, porque el homicidio que Dios condena es el de inocentes, no el de los culpables. 

¿Para qué Dios estableció la pena de muerte?

     La Biblia dice que uno de los objetivos de la aplicación de la pena de muerte era quitar el mal de en medio del pueblo, tal como lo dice en varios versículos que puede usted comprobar en el libro del Deuteronomio:  13:5, 17:7, 17:12, 19:19, 22: 21, 22, 24 y 24:27.  El ejemplo de la manzana podrida que todos conocemos es correctamente aplicado en este caso.  El matar una persona que era culpable de transgredir la ley de Dios, evitaba la corrupción del resto del pueblo.

      Otro objetivo era que los demás aprendieran del ejemplo, temieran y no cometieran delitos, es decir, era un ACTO PERSUASIVO.   Al contrario de lo que piensan los que se oponen a la pena de muerte, Dios estableció desde miles de años atrás que la pena de muerte sí es eficaz  para frenar los delitos graves: “Para que todo Israel oiga y tema y no vuelvan a hacer cosa semejante a esta cosa mala en medio de ti.” (Deuteronomio 13:11) En Deuteronomio 21:21, dice: “Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán con piedras y morirá: así quitarás el mal de en medio de ti;  y todo Israel oirá, y temerá  Claramente, Dios estableció la pena de muerte para que el resto de la sociedad israelita sintiera temor y la pensaran más de diez veces antes de  transgredir la ley.  Y como sabemos, Dios no cambia con el avance de la cultura o la modernidad.  Él entregó mandamientos, leyes, valores, principios, modelos y consejos que son como él:  eternos.  Si se aplicara este modelo de justicia en nuestra nación le diríamos adiós a la puerta giratoria y la impunidad de violadores y pedófilos.  Los ciudadanos honestos y trabajadores, podrían vivir en paz y además, se acabaría la sobrepoblación carcelaria.

      Aquí está la respuesta de por qué crecen las cifras de asesinatos a sangre fría, violaciones, pedofilia, asaltos con homicidio, femicidios, etc.   Porque no hay nada que haga temer a los delincuentes, no hay un castigo proporcional al daño que hacen.  Medite usted en este pasaje bíblico:  “Porque no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hombres está en ellos lleno para hacer el mal”  (Ecclesiastés 8:11) Dios es categórico: los delitos crecen porque no hay castigo para los malos.  En el caso de Chile, las penas son bajísimas y por lo tanto, no son un medio para atemorizar a los delincuentes.  Al contrario, como ven que el castigo no es de temer, su corazón está dispuesto a seguir delinquiendo.  ¿Cuántas veces hemos visto en televisión como los violadores en su primer día libre vuelven a violar y matar como si nada?  Porque el castigo no es proporcional al crimen que cometieron.  No temen al “castigo”, y cuando cometen delitos atroces salen riéndose y otros piden"disculpas"  solo para que no le den muchos años de condena.

       Si Dios es justo y él mismo estableció la pena de muerte  ¿por qué poner el grito en el cielo cada vez que se nombra la pena de muerte?  Lamentablemente, ha crecido esa creencia absurda de que el delincuente es una persona que tiene derecho a la vida porque la ley lo dice y muchos ponen argumentos que al final colocan al delincuente como víctima y al que clama por justicia, como una persona vengativa y que no tiene amor.  Increíble.  No se trata aquí de negarles la rehabilitación y la segunda oportunidad a los que han cometido delitos que no merecen pena de muerte.  Muchos defienden a los delincuentes que merecen pena de muerte, aferrándose al tan mal usado argumento de los “derechos humanos”  ¿Acaso el delincuente que violó y mató a un niño, respetó su derecho a la vida?  Obvio que no.  Y entonces ¿Por qué respetar su derecho a la vida?  Predican los derechos humanos y al que no respeta los derechos humanos de los demás lo defienden.  ¿Quién entiende esto?

     Dios delegó al Estado la responsabilidad de aplicar justicia y proteger a los que hacen lo bueno y esto lo confirma en el Nuevo Testamento:  “Toda alma se someta a las potestades superiores;  porque no hay potestad sino de Dios; y las que son , de Dios son ordenadas.  Así que, el que se opone a la potestad, a la ordenación de Dios resiste:  y los que resisten, ellos mismos ganan condenación para sí.  Porque los magistrados no son para temor al que hace el bien, sino al malo.  ¿Quieres, pues no temer la potestad?  Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;  porque es ministro de Dios para tu bien.  Mas si hicieres lo malo, teme: porque no en vano lleva el cuchillo;  porque es ministro de Dios, vengador para castigo al que hace lo malo.  (Romanos 13:1-4) En los versículos anteriores Dios está confirmando que los que gobiernan tienen la autoridad y el deber de parte de él para castigar al que hace lo malo.  Para aplicar pena de muerte si es necesario, tal como él mismo lo estableció en su propio pueblo escogido y lo hizo cumplir.

     El Estado tiene el deber de proteger a los inocentes.   Este deber delegado por Dios a todos los gobernantes, jueces y autoridades de un pueblo o nación  es considerado en la sociedad “moderna” como un acto salvaje y vengativo y que viola el “derecho a la vida” garantizado en la constitución política de nuestro país.  Sin embargo, el Creador lo considera un instrumento de justicia, de verdadera justicia.  No se trata aquí de matar sin un previo juicio justo, sin testigos y pruebas.  Se trata de que la pena de muerte fue implementada por Dios, a fin de que las autoridades la hagan cumplir para proteger y vengar a los inocentes.  Ya estudiamos que incluso Dios, en ciertos casos, ponía al asesino en manos del pariente de la víctima para que éste lo matara.  ¿Se fija que la justicia de Dios es muy diferente a la de los hombres?  ¿Estará Dios equivocado? ¿Seremos más justos que él? 

     Uno de los versículos mal utilizados para estar en contra de la pena de muerte es el que dice:  “No paguéis a nadie mal por mal” y  “No os venguéis vosotros mismos, amados míos;  antes dad lugar a la ira; porque escrito está:  Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12: 17 y 19).   Una de las reglas de una buena interpretación bíblica es interpretar el pasaje en su contexto.   El contexto es que Pablo está hablando a hermanos de Roma, aconsejándoles contra la venganza personal, asegurándoles que la venganza es de Dios y este consejo, por aplicación está destinado a todos los cristianos.  Si alguien se porta mal conmigo, me miente, me traiciona o me hace un daño que no constituye delito, no debo vengarme, sino hacerme un lado para que el Señor de la recompensa.  Diferente es si soy víctima de un asalto, estafa, robo, violación o asesinan a un pariente,  el Estado está autorizado por Dios para aplicar un castigo proporcional al delito, incluyendo la pena de muerte, tal como lo dice en Romanos 13.  La Biblia no se contradice. 


     Cuando uno pretende enfrentar un pasaje bíblico con otro que es aparentemente contradictorio, se debe leer cuidadosamente el contexto del pasaje y tener cierto conocimiento bíblico.  Lo ideal es que la persona que haga esto sea un cristiano arrepentido y bautizado y el Espíritu de Dios esté habitando en él.  Si estas condiciones se cumplen, las aparentes contradicciones desaparecen y la claridad se hace evidente.  Creemos que con lo expuesto en este volante es suficiente para entender que Dios estableció la pena de muerte, como un acto de justicia y persuasión.

     Vivimos en un país cada vez mas inseguro, ya que no hay justicia verdadera y el Estado se ha desligado de su obligación, establecida por Dios de proteger y vengar a los inocentes.  Como cristianos, la única esperanza que nos queda es confiar en Jesucristo y en su protección incomparable y llamar al Evangelio de Salvación a todos los que no conocen a Dios y que puedan en Cristo, estar seguros ellos y sus familias.   Bendiciones.


No hay comentarios:

Publicar un comentario