La Esperanza
de la Juventud
Un estudio realizado en el 2012 arrojó como resultado que Chile
es el 2° país con las tasas más altas de suicidio adolescente del mundo. Los principales
factores que gatillán tal decisión son el acceso fácil a las drogas y alcohol,
falta de comunicación y confianza con los padres, soledad, depresión, problemas
de salud, de convivencia escolar, entre otros.
Curiosamente, casi todos los que se suicidan no
quieren dejar de vivir; solo quieren aliviar su dolor. En ese momento, la angustia de la vida parece
insoportable y quieren escapar de ella. No ven una solución, ni tienen una motivación
para seguir viviendo. Creen que no son importantes para nadie, que nadie se
preocupa por ellos. No tienen esperanza, ni creen que alguien los puede ayudar.
Pero se equivocan.
Lo que no saben es
que sí son importantes para alguien. Ese alguien es Jesucristo, que murió por
ellos en la cruz por sus pecados y que les dice: "Vengan a mí todos los que estén
cansados y cargados, que yo los haré descansar" (Mateo 11:28). Esto nos enseña que los problemas hay que
entregárselos a Jesús, que nuestro descanso está en él por muy difícil que sea
la situación. Él es la esperanza que le hace falta a la juventud.
Cuando decimos que
Cristo murió por los pecados del mundo es importante aclarar qué es el pecado,
ya que mucha gente se ofende cuando escuchan la palabra "pecador". El
pecado es desobedecer los mandamientos de Dios y como todos los hemos desobedecido,
todos hemos pecado. Y merecemos un castigo eterno, pero Dios tuvo misericordia
de nosotros y envió a su hijo a pagar el castigo en nuestro lugar. Jesús fue
nuestro sustituto. Por eso también es llamado el Salvador, porque nos salva del
castigo y del poder del pecado en nuestra vida.
Para que seamos
salvos debemos creer, como el mismo Jesús dijo: "Arrepiéntanse y crean
al evangelio" (Marcos 1:15). Tal
vez te preguntarás ¿De qué tengo que arrepentirme? Mucha gente se cree buena
porque no mata, no roba, no ha estado preso, no es violador, etc. Pero la ley
de Dios no sólo condena el acto visible y cruel, sino también la intención del
corazón. Por ejemplo, hay un mandamiento que dice: No matarás y quizá tú digas
"yo nunca he desobedecido este mandamiento", pero Jesús explica que
si uno se enoja mucho con alguien y lo ofende, es lo mismo que matar. Así de
grave. ¿Te das cuenta ahora cuán
pecadores somos todos? ¿Cuántas veces has hecho esto? Jesús dice lo mismo del
adulterio o infidelidad. No sólo es malo cometer el acto en sí, sino que es pecado
también desear hacerlo: mirar a una mujer y desearla tiene la misma gravedad
que concretar el acto sexual con ella
(Mateo 5: 21, 22, 27 y 28).
La idea es que si
nos miramos en el espejo de los diez mandamientos, somos todos pecadores ¿Quien
no ha mentido? ¿Quién no ha desobedecido a sus padres alguna vez? La ley de
Dios nos muestra que hemos pecado y nos conduce al Salvador. Si no reconocemos
nuestros pecados, somos mentirosos y despreciamos el sacrificio de Jesús en la
cruz (1 de Juan 1: 8-10).
Vimos que Jesús
nos manda a arrepentirnos, pero ¿Qué significa el arrepentimiento? El
arrepentimiento proviene de la palabra griega ''Epistrefo'' que
significa ''volver, dar media vuelta''. Para entender mejor este
concepto, pondremos un ejemplo:
Imaginemos a una
persona que está caminando hacia un abismo. Está avanzando en el camino del mal
y va rumbo a la perdición. La persona que dice ''Señor, perdona todos mis
pecados'', es como alguien que anda en este camino malo, y de vez en cuando
dice ''Señor, perdóname'', pero sigue caminando hacia el abismo. La persona que
reconoce y confiesa sus pecados, pero no hace nada más, es como alguien que se
detiene en el camino malo, pero se queda parado allí (y después de un tiempo,
quizás sigue caminando hacia el abismo).
El verdadero
arrepentimiento significa caminar en la dirección opuesta. La palabra de Dios
dice que: ''El que encubre sus pecados no prosperará: pero el que los
confiesa y se aparta, alcanzará misericordia'' (Proverbios 28:13). No es suficiente confesar el pecado; es
necesario apartarse de él, o sea, ya no cometerlo. Esto implica también un
cambio de mente. No basta simplemente con apartarse de lo malo por miedo a la
condenación eterna, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar. Una persona
arrepentida verdaderamente empieza a amar a Dios, y por amor a Dios decide
renunciar al pecado, porque cada vez que pecamos ofendemos a Dios.
Es importante
comprender que cuando una persona se quita la vida, contra el primero que está
pecando es contra Dios, pues él da la vida y la quita, como dice la Biblia: "Jehová
mata, y él da vida (...)'' (1 Samuel 2:6). El ser humano roba el lugar de Dios cuando
toma esa decisión. Además, es una decisión que hace mucho daño a los seres
queridos.
La fortaleza para
enfrentar los problemas y sufrimientos de la vida se encuentra en Dios. Recuerda
todo lo que Jesús sufrió en la cruz para salvarnos: la humillación, los golpes,
las heridas, los azotes, la corona de espinas, los clavos, el hecho de
desangrarse, etc. Y él nunca pecó, él no era culpable. Pero nosotros sí lo
somos, y si nos toca sufrir, Dios nos dará la fuerza para soportarlo.
Pero este mensaje
no es para condenarte, todo lo contrario. Intentamos hacerte comprender que
todos somos pecadores y que necesitamos alguien que nos salve. Intentamos darte
esperanza. Decirte que nuestra vida está vacía sin Dios, que nunca estarás
solo(a) si confías y crees en el Señor.
Si alguna vez se te
pasa esta idea por la cabeza, debes recordar este mensaje, orar y acercarte a
Dios y hablar con la persona que tengas
más confianza (padres, familia, amigos, profesores, pastores de alguna iglesia
cercana, etc.). Existen problemas y penas, que no se pueden enfrentar solo,
necesitamos a los demás: su amistad, su ayuda y sus consejos.
Este es un mensaje importante,
por lo tanto trata de compartirlo con tus amigos y tu familia. Es necesario estar
atento a las señales que da el suicida. Las estadísticas dicen que la mayoría
de las veces avisa o se despide y su familia no sabe interpretar estos signos.
Por esto, la comunicación y el tiempo que los padres dedican a sus hijos es
fundamental. También te hacemos un llamado a escuchar a tus amigos, a fijarse
en cómo se sienten detrás de una sonrisa, a comprenderlos, a preocuparte
verdaderamente de ellos, trata de ayudar a quien es depresivo, al que está en
las drogas o en el alcohol, al que tiene problemas familiares, al que sufre, al
que le hacen bullying, etc. Recuerda que con un buen acto puedes evitar que más
adolescentes se suiciden.
septiembre 2014 comenta a: lfuenza153@gmail.com
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