jueves, 11 de septiembre de 2014


La Esperanza de la Juventud



    Un estudio realizado en el 2012 arrojó como resultado que Chile es el 2° país con las tasas más altas de suicidio adolescente del mundo. Los principales factores que gatillán tal decisión son el acceso fácil a las drogas y alcohol, falta de comunicación y confianza con los padres, soledad, depresión, problemas de salud, de convivencia escolar, entre otros. 

     Curiosamente, casi todos los que se suicidan no quieren dejar de vivir; solo quieren aliviar su dolor.  En ese momento, la angustia de la vida parece insoportable y quieren escapar de ella. No ven una solución, ni tienen una motivación para seguir viviendo. Creen que no son importantes para nadie, que nadie se preocupa por ellos. No tienen esperanza, ni creen que alguien los puede ayudar. Pero se equivocan. 

     Lo que no saben es que sí son importantes para alguien. Ese alguien es Jesucristo, que murió por ellos en la cruz por sus pecados y que les dice:  "Vengan a mí todos los que estén cansados y cargados, que yo los haré descansar" (Mateo 11:28).  Esto nos enseña que los problemas hay que entregárselos a Jesús, que nuestro descanso está en él por muy difícil que sea la situación. Él es la esperanza que le hace falta a la juventud.

     Cuando decimos que Cristo murió por los pecados del mundo es importante aclarar qué es el pecado, ya que mucha gente se ofende cuando escuchan la palabra "pecador". El pecado es desobedecer los mandamientos de Dios y como todos los hemos desobedecido, todos hemos pecado. Y merecemos un castigo eterno, pero Dios tuvo misericordia de nosotros y envió a su hijo a pagar el castigo en nuestro lugar. Jesús fue nuestro sustituto. Por eso también es llamado el Salvador, porque nos salva del castigo y del poder del pecado en nuestra vida. 

     Para que seamos salvos debemos creer, como el mismo Jesús dijo: "Arrepiéntanse y crean al evangelio" (Marcos 1:15).  Tal vez te preguntarás ¿De qué tengo que arrepentirme? Mucha gente se cree buena porque no mata, no roba, no ha estado preso, no es violador, etc. Pero la ley de Dios no sólo condena el acto visible y cruel, sino también la intención del corazón. Por ejemplo, hay un mandamiento que dice: No matarás y quizá tú digas "yo nunca he desobedecido este mandamiento", pero Jesús explica que si uno se enoja mucho con alguien y lo ofende, es lo mismo que matar. Así de grave.  ¿Te das cuenta ahora cuán pecadores somos todos? ¿Cuántas veces has hecho esto? Jesús dice lo mismo del adulterio o infidelidad. No sólo es malo cometer el acto en sí, sino que es pecado también desear hacerlo: mirar a una mujer y desearla tiene la misma gravedad que concretar el acto sexual con ella  (Mateo 5: 21, 22, 27 y 28).

     La idea es que si nos miramos en el espejo de los diez mandamientos, somos todos pecadores ¿Quien no ha mentido? ¿Quién no ha desobedecido a sus padres alguna vez? La ley de Dios nos muestra que hemos pecado y nos conduce al Salvador. Si no reconocemos nuestros pecados, somos mentirosos y despreciamos el sacrificio de Jesús en la cruz (1 de Juan 1: 8-10).

     Vimos que Jesús nos manda a arrepentirnos, pero ¿Qué significa el arrepentimiento? El arrepentimiento proviene de la palabra griega ''Epistrefo'' que significa ''volver, dar media vuelta''. Para entender mejor este concepto, pondremos un ejemplo:

     Imaginemos a una persona que está caminando hacia un abismo. Está avanzando en el camino del mal y va rumbo a la perdición. La persona que dice ''Señor, perdona todos mis pecados'', es como alguien que anda en este camino malo, y de vez en cuando dice ''Señor, perdóname'', pero sigue caminando hacia el abismo. La persona que reconoce y confiesa sus pecados, pero no hace nada más, es como alguien que se detiene en el camino malo, pero se queda parado allí (y después de un tiempo, quizás sigue caminando hacia el abismo).

      El verdadero arrepentimiento significa caminar en la dirección opuesta. La palabra de Dios dice que: ''El que encubre sus pecados no prosperará: pero el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia'' (Proverbios 28:13).  No es suficiente confesar el pecado; es necesario apartarse de él, o sea, ya no cometerlo. Esto implica también un cambio de mente. No basta simplemente con apartarse de lo malo por miedo a la condenación eterna, tenemos que cambiar nuestra forma de pensar. Una persona arrepentida verdaderamente empieza a amar a Dios, y por amor a Dios decide renunciar al pecado, porque cada vez que pecamos ofendemos a Dios.

     Es importante comprender que cuando una persona se quita la vida, contra el primero que está pecando es contra Dios, pues él da la vida y la quita, como dice la Biblia: "Jehová mata, y él da vida (...)'' (1 Samuel 2:6).  El ser humano roba el lugar de Dios cuando toma esa decisión. Además, es una decisión que hace mucho daño a los seres queridos.

    La fortaleza para enfrentar los problemas y sufrimientos de la vida se encuentra en Dios. Recuerda todo lo que Jesús sufrió en la cruz para salvarnos: la humillación, los golpes, las heridas, los azotes, la corona de espinas, los clavos, el hecho de desangrarse, etc. Y él nunca pecó, él no era culpable. Pero nosotros sí lo somos, y si nos toca sufrir, Dios nos dará la fuerza para soportarlo.

    Pero este mensaje no es para condenarte, todo lo contrario. Intentamos hacerte comprender que todos somos pecadores y que necesitamos alguien que nos salve. Intentamos darte esperanza. Decirte que nuestra vida está vacía sin Dios, que nunca estarás solo(a) si confías y crees en el Señor.
  
    Si alguna vez se te pasa esta idea por la cabeza, debes recordar este mensaje, orar y acercarte a Dios y  hablar con la persona que tengas más confianza (padres, familia, amigos, profesores, pastores de alguna iglesia cercana, etc.). Existen problemas y penas, que no se pueden enfrentar solo, necesitamos a los demás: su amistad, su ayuda y sus consejos.

    Este es un mensaje importante, por lo tanto trata de compartirlo con tus amigos y tu familia. Es necesario estar atento a las señales que da el suicida. Las estadísticas dicen que la mayoría de las veces avisa o se despide y su familia no sabe interpretar estos signos. Por esto, la comunicación y el tiempo que los padres dedican a sus hijos es fundamental. También te hacemos un llamado a escuchar a tus amigos, a fijarse en cómo se sienten detrás de una sonrisa, a comprenderlos, a preocuparte verdaderamente de ellos, trata de ayudar a quien es depresivo, al que está en las drogas o en el alcohol, al que tiene problemas familiares, al que sufre, al que le hacen bullying, etc. Recuerda que con un buen acto puedes evitar que más adolescentes se suiciden.

                                                                                    Que Dios te bendiga


septiembre 2014                            comenta a: lfuenza153@gmail.com

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