La enseñanza de Dios sobre los hijos
“Cada uno sabe como cría a su hijo” y “la crianza de mis hijos es asunto mío”, son frases que reflejan claramente una realidad: a los padres les molesta que otros opinen o critiquen su forma de educar los hijos. Algunos padres se esfuerzan por entregarles valores a sus hijos y ser ejemplo para ellos. En cambio, la mayoría de los padres actualmente no se preocupan mucho del asunto, por diferentes motivos que más adelante veremos si son o no válidos como excusa. El objetivo de este volante no es sólo criticar lo malo, sino hacer resaltar la importancia de que nuestros niños sean bien guiados por nosotros y las consecuencias inevitables que tendremos si no son bien enseñados.
Nosotros que hemos escrito este volante, no somos una autoridad total en el tema, puesto que también hemos cometido errores en la crianza de nuestros niños, pero si tenemos al alcance una pauta o una autoridad en el asunto, la cual queremos compartir con usted. Esta autoridad es total e incuestionable. Dios es esa autoridad que nos enseña de forma inequívoca cómo guiar a nuestros niños. En su inmenso amor y sabiduría, él nos entrega la pauta a seguir en varios pasajes de la Biblia.
Citaremos como primer punto, un mandamiento que es conocido por todos y a veces hasta causa risa porque se cree que es arcaico o pasado de moda por la “sociedad moderna”. Este mandamiento está dirigido a todos los hijos y dice: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Honrar significa respetar, obedecer, venerar. Hoy se habla mucho de los “Derechos del Niño”, pero la Biblia que es el manual de todo cristiano, hace hincapié en el principal DEBER de todo hijo y este es respetar y obedecer a sus padres. En este punto, cabe destacar el hecho de que en los diez mandamientos no hay ningún mandamiento dirigido directamente a las obligaciones de los padres para con los hijos, sino de los hijos hacia los padres.
También citaremos lo que se nos enseña en Efesios, capítulo 6, versículos 1 al 4: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres; porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en DISCIPLINA Y AMONESTACIÓN del Señor.” En estos cuatro versículos hay varios aspectos para analizar. Pablo recuerda el mandamiento del decálogo de Moisés, confirmando que el mandamiento no es arcaico ni pasado de moda, sino es lo correcto o lo justo. Además, nos enseña que dicho mandamiento viene con promesa, la promesa de que les irá bien y tendrán una larga vida sobre la tierra, lo que implica muchos beneficios de parte del Señor: salud, protección, socorro, bienestar, etc.
También nos enseña a nosotros los padres a no provocar a ira a nuestros hijos, es decir, a no irritarlos, como dice Colosenses: “Padres, no irritéis a vuestros hijos, para que no se hagan de poco ánimo”. (Colosenses 3:21) Hay varias formas de irritar o provocar a ira a nuestros hijos. Una de ellas es sobre exigirlos, es decir, exigirles más de lo que realmente pueden dar. Hay padres que en su afán de que su hijo sobresalga en la escuela o ver cumplido en ellos, los sueños que nunca pudieron concretar, los abruman con una serie de obligaciones que ni un adulto sería capaz de cumplir. Esto provoca la frustración y la ira de los hijos. Otra forma de irritarlos, aunque parezca contradictorio, es consentirlos en todo y permitir que siempre se salgan con la suya. De esta forma, los hijos se crían exigentes y caprichosos, creyendo siempre que todo lo tendrán y cuando no pueden lograr que algo se les dé, se llenan de enojo. Otra forma de irritarlos es desalentarlos. No reconocer sus méritos, no incentivarlos ni premiarlos cuando hacen algo bien o superan sus dificultades. Hay padres que siempre critican a los hijos, recalcando solamente sus defectos y esto, sin duda, provoca el desánimo de los hijos y a veces, el rencor hacia sus padres. Otra forma de irritar a los hijos es hacerlos sentir como una carga, una cruz o una interrupción. Tristemente, muchos padres usan el “si no hubieras nacido”, hiriendo a sus hijos, los que terminan rebelándose a sus padres.
El apóstol Pablo aconseja a criar a los niños en disciplina y amonestación del Señor. ¿Qué significa esto? En este texto, hay tres concordancias. La primera nos lleva a Génesis, donde dice Dios de Abraham: “Porque yo lo he conocido, sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio…..” (Capítulo 18, versículo 19) Dios mismo habla diciendo que está seguro de que Abraham mandará a los suyos que guarden u obedezcan el camino del Señor. Aquí se nos enseña a los padres que somos los responsables de que nuestros hijos aprendan el camino de Dios. Debemos enseñarles a nuestros hijos lo que Dios enseña. ¿Cómo podremos enseñarles sin conocer nosotros primero el camino de Dios? Podemos deducir de este texto que es absolutamente necesario que para que nuestros hijos sean bien guiados y enseñados, debemos nosotros aprender lo que Dios nos enseña y esa enseñanza transmitírselas a nuestros niños. ¿De dónde sacamos esa enseñanza?
La segunda concordancia nos lleva a los Proverbios, donde dice: “Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella” (capítulo 22, versículo 6) Es decir, hay que enseñar al niño desde pequeño para que cuando grande no se aparte de la enseñanza y consejos que se le dio. Muchos padres hoy cometen el error de no enseñar a sus hijos desde pequeños argumentando de que los niños no entienden todavía y se les pasan los años y después cuando quieren corregirlos, los niños han crecido y no les obedecen, porque nunca se les enseñó a obedecer y apreciar los consejos de sus padres.
La segunda concordancia nos lleva a los Proverbios, donde dice: “Instruye al niño en su carrera: aun cuando fuere viejo no se apartará de ella” (capítulo 22, versículo 6) Es decir, hay que enseñar al niño desde pequeño para que cuando grande no se aparte de la enseñanza y consejos que se le dio. Muchos padres hoy cometen el error de no enseñar a sus hijos desde pequeños argumentando de que los niños no entienden todavía y se les pasan los años y después cuando quieren corregirlos, los niños han crecido y no les obedecen, porque nunca se les enseñó a obedecer y apreciar los consejos de sus padres.
La tercera concordancia nos lleva a 2 de Timoteo, donde Pablo le habla a Timoteo, diciéndole: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe, que es en Cristo Jesús.” (Capítulo 3, versículo 15). Esta es la respuesta a la pregunta: ¿De donde sacamos esa enseñanza? De las Sagradas Escrituras, o sea de la Biblia. ¿Por qué la Biblia ? Porque ella contiene toda la enseñanza de Dios para los seres humanos. En la Biblia están contenidos los pensamientos, consejos, enseñanzas, advertencias y mandamientos del Señor. Sin ninguna duda, no hay otra fuente más confiable que ésta para educar y guiar a nuestros hijos.
¿Se debe castigar a los hijos? ¿Qué dice la Biblia al respecto? La Biblia dice en el los Proverbios: “Castiga a tu hijo en tanto que haya esperanza; más no se excite tu alma para destruirlo.” (Capítulo 19, versículo 18) y este versículo nos lleva a otro pasaje de los Proverbios, que dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece: Mas el que lo ama, madruga a castigarlo” (capítulo 13, versículo 19) Estos dos versículos nos dejan bastante claro que debemos castigar a nuestros hijos cuando lo merecen. Si no los castigamos a tiempo, significa que no los queremos. El no castigar en forma oportuna a un hijo tiene malas consecuencias a futuro. Existe un ejemplo de un muchacho al cual su padre nunca lo entristeció y nunca le dijo: ¿por qué haces así? Esto quiere decir que nunca su padre lo castigo, ni lo reprendió por lo que hacía. Este niño se crió haciendo lo que quería y sin ningún tipo de límites. ¿Sabe usted lo que pasó con este joven? Este joven, llamado Adonía, se levanto contra su propio padre David para quitarle su reino. La historia la puede usted leer en 1ra. De Reyes, capítulo 1.
En la actualidad, muchos de los padres “modernos” no disciplinan a sus hijos. ¿Por qué es necesario corregirlos? La respuesta la encontramos en la Biblia , en los Proverbios 22:15, que dice: “LA NECEDAD ESTÁ LIGADA AL CORAZÓN DEL MUCHACHO, MAS LA VARA LA ALEJARÁ DE ÉL”. La necedad es ignorancia, falta de entendimiento y rebeldía. Por eso es esencial la dirección, la enseñanza y la corrección de los padres.
Ahora sabemos que es necesario castigar a nuestros hijos, cuando la situación lo requiere. Sabemos también que existen diversos tipos de castigo: no darles permiso para algo, no dejarlos salir, dejarlos sin televisión, etc. ¿Qué hay del castigo físico? ¿Será un buen método para castigar a los niños? Sabemos que pegarles a los niños con palos o fierros es un extremo, pero ¿Qué hay de la palmada? ¿
Queremos incluir el testimonio de una parvularia, que tiene bastantes años de experiencia en el asunto y asegura que cada año los niños están más desobedientes, groseros y sin hábitos. Queremos recoger también otro testimonio de una profesora de educación básica, también con bastante experiencia, que daba gracias a Dios porque en la escuela donde ella trabajaba todavía no habían sorprendido a los estudiantes de séptimo y octavo portando cuchillos o cortaplumas como en la mayoría de los otros colegios.
Los casos de niños que se golpean ferozmente en las escuelas y liceos chilenos, la drogadicción y alcoholismo en los jóvenes, la promiscuidad sexual apoyada por el uso del condón y de la píldora del día después, las pandillas o tribus urbanas, el desprecio de los niños y jóvenes hacia sus padres y profesores son una voz de alarma de que la crianza de los niños no se está realizando bien. Antes no existían los sicopedagogos ni las sesiones sicológicas para jóvenes y niños. Todo se solucionaba con un buen castigo duradero o unas buenas palmadas. Y si las leyes chilenas no nos dejan corregir a nuestros propios hijos: ¿Cómo evitaremos que nos falten el respeto cuando quieran? La solución no es que el niño o el adolescente pase de sicólogo en sicólogo, sino que los padres cumplan con querer y corregir a sus hijos y los hijos respeten a sus padres, porque Dios lo enseña en su palabra. Y como bien sabemos los cristianos, Dios no se equivoca.
Entonces cabe hacerse una pregunta: ¿por qué antes las malas actitudes no estaban generalizadas en los niños y adolescentes? Si bien usted puede recordar, cuando nosotros éramos chicos era una verdadera vergüenza que un niño le dijera un garabato a un profesor o que tuviera mala conducta. El apoderado de tal niño era citado, el niño era suspendido con la advertencia de que si continuaba repitiendo su mal proceder iba a ser expulsado del colegio. Incluso, uno se acuerda del castigo que le daban sus profesores cuando se portaba mal: tirón de orejas o de patillas, la regla en las manos, parado contra la muralla, sin recreo limpiando la sala, etc. Castigos que pueden parecer aberrantes, pero que sin embargo eran eficaces, porque nunca más se repetían las malas conductas. Que los niños dejen las malas conductas no se logra hoy, porque con las leyes que protegen en extremo a los niños, estos tienen libertad para tratar a sus padres y profesores como se le viene en gana. Hoy día hay niños y jóvenes agreden verbalmente a sus profesores, con groserías y malos modales, no los respetan ni obedecen. Cada vez son más frecuentes las agresiones físicas de los adolescentes hacia sus profesores. La respuesta a la pregunta de arriba es que antes existían sanciones que se podían aplicar y de esa forma se frenaba el avance de una mala conducta. Lamentablemente, como ya lo hemos dicho en este volante, los casos de maltrato infantil extremos han hecho que se creen leyes que hacen a los niños seres intocables e incorregibles. En el canal Red Televisión (canal 4), hace unos meses hicieron una pregunta interactiva sobre la prohibición de pegar a los niños y que se les haya dado un teléfono para denunciar a sus padres. Para nuestro alivio, la mayoría de los padres que llamaron para opinar, no estaban de acuerdo con la medida, porque decían que era una intromisión del gobierno en la familia y que el gobierno les estaba atando las manos a los padres y que por eso los niños se convertían en delincuentes y drogadictos, porque desde niños podían hacer lo que querían.
Muchos padres hoy no le entregan valores a sus hijos, porque esto implica tiempo, paciencia, supervisión, etc. Hoy se privilegia el TENER por sobre valores y virtudes como lo son el respeto, la obediencia o la humildad. Hoy los niños tienen más “cosas”, pero menos valores. Los padres se han encargado de darles lo mejor materialmente como celulares, mp4, mp3, play station, ropa de marca, etc. No es malo proveer las necesidades de nuestros hijos, el problema está cuando estas cosas reemplazan los valores y la buena enseñanza. Además, si analizamos bien, estas cosas no son necesarias en la mayoría de los casos. Le invitamos a meditar, que si bien los padres no estamos libres de errores, es el momento de considerar lo que Dios nos enseña en su palabra respecto a la crianza de nuestros hijos y aplicarlo a nuestra vida cotidiana. Sería completamente absurdo que terminaran los hijos gobernando sobre nosotros. La autoridad como padres nos la entregó el Señor a nosotros mandándolos a ellos a honrarnos y obedecernos. Así que, estimado lector, no dude en castigar a su hijo cuando lo merezca, pero al mismo tiempo enseñarle la forma correcta de comportarse y lo más importante de todo: entregarle la enseñanza de la Santa Biblia. Lo que Dios les dice a ellos.
Que el Señor le guarde y le bendiga.
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